miércoles, 2 de junio de 2010

Semihundido

Al lado de el perro de Goya, el cuadro de Grosz parece una caricatura.



La sobrecarga de simbolismo en el cuadro de Grosz me remite a una sobre-explicación por parte del artista. Corazón en el pecho junto a una pistola, ancla en la mente. Un cuadro que busca contar una historia, cuando el arte sobre lienzo tiene todo el potencial del mundo aún prescindiendo de narrativa. Es más, ¿por qué no nos alejamos de la narrativa del todo? ¿No es ese el ideal? La reproducción de un sentimiento visceral, identificable pero inexplicable.

El perro de Goya es eso.

'Perro semihundido' de Goya


El cuadro consiste en la cabeza de un perro alzada sobre una masa negra que podría ser agua, o tierra. Yo digo que agua, pues hacia la derecha se alza, como una ola a punto de caer sobre la cara del perro que la mira con angustia, expectativa y temor. ¡Mostro! Este cuadro tiene una narrativa mínima. Es un fragmento de una escena detenida, pero no es el personaje ni la situación lo que capta nuestra atención sino la sensación de una condena inevitable. La representatividad de la ola: la espera de lo inmediato. El perro de Goya denota lo ineludible: la muerte, la noche o la vida (dependiendo de cómo lo veas). Un tanto lúgubre, claro. Pensamos 'pobre perro' en cuanto nos sentimos aludidos, y luego algo así como escalofríos.

Un poco de historia de fondo: Francisco de Goya creó este cuadro como parte de una serie a la que se llamó posteriormente 'Pinturas negras' que fue pintada sobre los muros de su casa, sin la intención de jamás exhibirla en público. Fue sólo después que lo sacaron para ponerlo en exhibición en el Museo del Prado en Madrid. Esta idea del arte no hecho para compartir sino como algo personal me parece super cool. Produce una sinceridad absoluta en la intención de la expresividad de la creación. Auténtico. Real para el artista. Un reflejo de si mismo.

Mientras tanto, Grosz nos está tratando de explicar algo. A través de ángulos distorsionados y simbolismos al estilo de caricatura política, nos trata de sumergir en su visión sobrecargada del mundo. Quizá se estaba esforzando demasiado con esta invitación a su realidad y por eso se vuelve fácil perder el interés. Bordea lo burdo. Goya, en cambio, hizo un espejo para si mismo en el que todos nos vemos plasmados. La condición humana representado en un perro bajo una ola.

Mientras más lo miro, más siento que necesito tener un poster de esa imagen en mi habitación. Me sumerjo en el cuadro como el perro en el mar.


-Rafael Gutiérrez S.

1 comentario:

  1. Está francamente bien.
    Me alegro de que hayas descubierto "el perro", una maravilla... ¡de principios del XIX¡
    Lo de menos es donde esté el perro, si en agua o tierra; lo importante es lo que sugiere.
    En cuanto al dandy de antro, también tiene su cosa, no es light. Piensa que el expresionismo está cerca de la broma y por eso busca la sobrecarga y roza deliberadamente el mal gusto. No le importa recurrir al tremendismo, a lo grotesco, y se recrea en tópicos. ¿Esa acumulación de elementos -ancla, pipa de hashish, absenta, elegancia de ángel caído- rinden culto al "malditismo" aristocratizante, o lo ridiculizan? ¿O simplemente representan una nostalgia antiburguesa por las fuerzas del mal -esas grandes aliadas de la sabuduría, Mallamré dixit-, por muy pobres estereotipos de pelados con ancla en la cabeza que sean?
    De todos modos, coincido plenamente contigo en que no hay comparación y que ese perro no es precisamente de los que pasean las empleadas limeñas por el malecón o el Olivar de San Isidro.

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